El cine en Mendoza, como ritual, tiene tantas adaptaciones como personas en una sala leyendo los mismos subtítulos.
En nuestra provincia, contamos con diversos espacios para compartir la pantalla grande. Algunos son parte de grandes cadenas, otros se diferencian por ser más de corte independiente o de culto.
Vamos a decir la verdad, el cine es casi inimaginable si no incluye en su experiencia algo rico para acompañar la risa, la tensión o la ternura.
Lo real es que no hay “temporada de cine”, si es otoño o verano da lo mismo, las ganas surgen igual. Ahora, lo que sí cambia, además de la peli elegida, es con quiénes vamos y cuándo comemos. Así según gustos, hábitos y estilos de cada cinéfilo, es el itinerario a seguir.
Pero… ¿por qué vamos al cine?
Ir al cine en Mendoza tiene ese no sé qué… los pasillos con luz tenue, el aroma a pororó y la sinergia de la gente haciendo fila (debe ser uno de los pocos lugares donde a nadie le molesta estar en espera). Y, esas sensaciones están desde que tenemos memoria. Nuestra niñez está empapada de recuerdos compartidos con la familia: una peli infantil que por alguna razón mágica provocaba risas en niños y adultos, las gomitas de incógnita en el bolso de mamá y el negociar el puñado de pochoclo con tus hermanos o primos. Obvio que siempre ganaba el más grande o el más veloz. Pero nada era más importante que esa sensación de sentirnos pequeños gigantes frente a la pantalla.
Ya, en la preadolescencia la motivación era salir en la tarde noche para reírnos con amigos, ver una peli de terror mala, comer en Mc Donalds y quizás jugar al bowling mientras tomábamos una coquita.
Esa tradición continúa en la adultez (sin importar la edad), a veces vamos solos en modo automimo para darnos el lujo de ver, sentir, comer justo como queremos. En otras ocasiones hay pasiones compartidas, más allá de la experiencia o algún género, está también el vínculo: amistad, pareja, familia.
Y así, de alguna forma, el cine siempre logra colarse en nuestros planes.
Cine en Mendoza: ¿Con qué se come?
Como mencionamos antes, hay tantos rituales como personas en una sala. Están quienes se confortan con un balde de pororó tamaño familiar y una gaseosa, otros que planifican día completo en el centro comercial: puede ser almuerzo y peli con postre incluido en la butaca, proyección y cena o también está la posibilidad de hacer cine de trasnoche con cena previa. ¿Alguien alguna vez desayunó una peli?
Para los exigentes, sean turistas o locales que lo dan a todo o nada, están los principales malls de Mendoza para vivir el paquete completo como experiencia:
– Cinemark Hoyts
Está en Palmares Open Mall, ubicado unos 15 minutos hacia el sur de la Ciudad de Mendoza, en el departamento de Godoy Cruz, en la localidad de Benegas, con clásicas salas de 2D Y 3D. Lo que distingue a esta cadena es su disponibilidad de salas confort. Se trata de dos salas exclusivas, una de ellas “XD”, que significa “Extreme Digital Cinema” un formato exclusivo de esta cadena, con una pantalla dos veces el tamaño de una normal, el doble de nitidez que un full HD y capaz de reproducir hasta 35 trillones de colores, audio envolvente 5000 watts de potencia.
Butacas ultra cómodas, ergonómicas, con apoyapiés y reclinación electrónica de casi 180°. También cuenta con un “lounge” al ingreso de las salas con exquisita gastronomía disponible y la posibilidad de vino por copa de bodegas exclusivas.
A su vez, Palmares cuenta con una amplia propuesta culinaria y concentra locales de indumentaria de renombre nacional e internacional.
– Cinépolis
Ubicado dentro del Mendoza Plaza Shopping, en Acceso Este 3280 de Guaymallén.
Las salas de este cine están pensadas y equipadas con múltiples tecnologías, por un lado el sistema Monster Screen tiene doble proyección digital capaz de proyectar hasta en 60 cuadros por segundo. Para dar con su efecto mágico, integra una pantalla gigante de cuatro pisos de altura (23 mts por 12 mts).
¡Y eso no es todo! Cinépolis cuenta con salas 4D y 4DX que sorprende con una experiencia inmersiva para el público. Y es que las butacas realizan movimientos sincronizados (arriba, abajo, atrás, adelante, lateral) según el efecto que se busque generar. Y, además, se potencia con tecnología E-MOTION: agua, aire, aromas, vibraciones para sentir y vivir la película.
– Cinemacenter
Dentro de La Barraca Mall, uno de los centros comerciales más jóvenes de Mendoza, se encuentra en Calle Las Cañas 1833 de Dorrego, Guaymallén.
Al ser una cadena Argentina, promueve el séptimo arte a través de descuentos especiales para jóvenes y adultos mayores. El recinto cuenta con salas 2D, 3D y la VIP “Grand Cru”.
Aunque en todos los cines se ofrecen combos en los que el “Popcorn” ha sido siempre protagonista, también hay promociones en golosinas. Caramelos, gomitas, confites y chocolates son los más elegidos.
En Palmares y Mendoza Plaza Shopping podés disfrutar de nuestros helados Innamorato, porque… ¿qué sería del cine en Mendoza sin el helado?
Datos curiosos sobre el papel principal de los helados en la historia del cine
Y para cerrar esta nota te contamos algunos datos curiosos sobre el papel principal de los helados en la historia de clásicos cinematográficos:
Para Forrest Gump, lo mejor de estar en el hospital recuperándose de sus heridas de guerra, era comer de helado de vainilla. Cuando se recuperaba de las heridas de guerra, la mejor parte de estar en el hospital es el helado. Pero para su amigo, el teniente Dan, no tanto. Quizá tiene otro sabor favorito.
En El resplandor (The Shining), para que el pequeño Danny pudiera contrarrestar el trauma de lo qué vió en la habitación 237, durante la confesión le dan helado de chocolate. ¡Un poco de serotonina por favor!
Sabido es que en Mi pobre angelito (Home alone), el travieso Kevin McCallister come helado mientras ve una película de gánsters en blanco y negro. “Angels with Filthy Souls” es un film noir que se rodó específicamente para dar vida a esta escena. Y, como el helado alimenta la creatividad, a Kevin se le ocurre usar algunas frases de la peli para abatir a los ladrones que lo acechan. “Quédate con el cambio, inmundo animal”.
En Comer, rezar, amar hay una escena emblemática donde Julia Roberts degusta un exquisito helado italiano, sentada en un banco junto a dos monjas que están haciendo exactamente lo mismo que ellas. De hecho, el fotograma de esta escena se convirtió después en el afiche publicitario de la película.
En la tierna Up hay un instante que se podría extrapolar a cualquier momento de la infancia con nuestros abuelos. Con el anciano protagonista y el niño sentados en el cordón de una vereda tomando un helado y viendo pasar autos.
Y vos, ¿con qué sabor de helado disfrutás ver una peli cuando vas al cine en Mendoza?